C) La pintura gótica desde sus
inicios hasta la segunda mitad del siglo XV sufre una evolución vinculada tanto
al empleo de diferentes materiales como a técnicas y estilos según las zonas y
los autores. Desde el punto de vista de los temas y las fuentes de inspiración,
sigue las mismas pautas que el arte de la escultura: los temas evangélicos y
los ciclos de la infancia. Pasión y muerte de Cristo y de la Virgen se
mantienen como una constante a lo largo del tiempo, si bien en el siglo XV, las
figuras de donantes, los retratos y los fondos de paisaje van abriendo camino a
una mayor preocupación por el hombre y la naturaleza que anticipa el
Renacimiento.
Fases de la pintura gótica
Podemos distinguir cuatro fases
en la evolución de la pintura gótica:
A. Gótico lineal o franco-gótico (siglo
XIII a mediados del siglo XIV)
Como ya hemos mencionado, la
arquitectura gótica al abrir enormes ventanales en los interiores de las
iglesias, reduce los espacios destinados a la pintura mural y limita la labor de
los pintores a la decoración de vidrieras, miniaturas y madera para el ornato
de los altares y de los pequeños retablos de las capillas. De ahí que las obras
más características de este momento se reduzcan a estos capítulos. Francia
sigue siendo la cabeza del estilo y este país determina las características de
la etapa: predominio de las líneas del dibujo que delimitan superficies
coloreadas con tonos intensos y planos, sencillez en el tratamiento de los
temas y vinculación a programas iconográficos con una clara finalidad didáctica
en consonancia con el pensamiento de la época.
En España las formas francesas
del gótico lineal se unen a una influencia bizantina que llega a la Península
tras la conquista de Constantinopla por los cruzados en el año 1204 y a la pervivencia
del románico que reserva grandes superficies destinadas a la pintura mural. De ahí
que podamos hablar de tres tipos de obras:
Pintura mural. El conjunto más
destacable es la decoración de la Capilla de San Martín del Aceite en la
Catedral Vieja de Salamanca. En ella, los temas se organizan como retablos o vidrieras
con enmarcamientos arquitectónicos, de ángeles o escudos en cuyo interior se disponen
escenas de la vida de la Virgen.
Pintura sobre tabla. La tabla se
va a utilizar como soporte para la decoración de frontales de altar,
principalmente en Cataluña. En ellos se advierte la evolución desde la estética
del románico al estilo francés —Frontal de Avió, hoy en el Museo Nacional de
Arte de Cataluña—; retablos —como el de San Cristóbal en el Museo del Prado—;
techumbres —como la de la Catedral de Teruel— y la decoración de sepulcros —el
de Mahamud de Esgueva en Burgos.
Miniatura. Las miniaturas de las
Cantigas de Santa María, compuestas bajo las órdenes del rey Alfonso X el
Sabio, destacan por su sencilla descripción de la vida cotidiana con un
carácter ingenuo y una gran belleza en los colores y en los trazados
geométricos que enmarcan cada una de las páginas.
Estilo internacional (fines del
siglo XIV-primera mitad del siglo XV)
Este estilo se crea al fundirse
las influencias del gótico lineal y de los pintores del Trecento italiano
gracias a la presencia de Simone Martini en la corte papal de Aviñón. Entre sus
características más significativas citaremos: la estilización de las figuras
con gran protagonismo de la línea curva, el interés por los ropajes complicados
y con numerosos pliegues, la importancia concedida a los detalles anecdóticos,
el acercamiento a los fondos naturalistas y el aumento del repertorio
iconográfico, sobre todo en lo referente a los temas marianos.
El estilo internacional tiene una
importante base cortesana —el círculo de los duques de Borgoña— y sus artistas
principales se relacionan con las miniaturas y el trabajo primoroso que
constituirá el precedente más claro de la pintura flamenca de la segunda mitad
de este siglo. La obra más conocida es la ilustración del libro de Las muy
ricas horas del duque de Berry realizada por los hermanos Limburgo.
La segunda generación de pintores
Entre los artistas de este
segundo grupo podemos destacar a Hans Memling (muerto en 1494); Gerard David
(muerto en 1523) y Hugo van der Goes (1440-1482) y Hieronymus Bosch más conocido
como El Bosco (hacia 1450-1516).
Hugo van der Goes fue profesor en
el gremio de pintores de Gante y hacia 1475 se retiró como canónigo al convento
de los agustinos de Bruselas, lugar en donde se le permitió continuar con su
oficio, de ahí el profundo misticismo que impregna su pintura. Su obra capital
es el Tríptico del Nacimiento o Tríptico Portinari realizado hacia 1474-1476
por encargo del comerciante fiorentino Tomasso Portinari, agente de los Médici
en la ciudad de Brujas.
El Bosco fue un pintor admirado
por Felipe II quien reunió una gran colección de sus obras en El Escorial que
hoy podemos admirar en el Museo del Prado. Este artista residió en la villa
flamenca de Hertongebosch, en cuya iglesia de San Juan existe una serie de
gárgolas fantásticas que pudieron ser una fuente de inspiración para el universo
imaginativo que compone su obra. Sus inquietantes imágenes representan el ocaso
de la Edad Media y tras años de olvido fueron recuperadas por los visionarios
del siglo XIX — como William Blake— y por los pintores surrealistas del siglo XX.
La más enigmática de sus obras es
el Tríptico del jardín de las delicias (1503-1504). La hoja de la izquierda
presenta el jardín del edén y en él a Dios Padre creando a Eva, la tabla central
muestra a un enjambre de hombres y mujeres desnudos que retozan y se acarician en
un paisaje lleno de objetos y pájaros extraños; la hoja de la derecha es una
visión del infierno en la que se presentan los castigos que los pecadores
habrán de recibir por la comisión de sus faltas. La obra ha sido objeto de
interpretaciones diversas: la creación de la mujer parece conducir al
nacimiento de la lujuria, uno de los siete pecados capitales, castigado con el
fuego del infierno. Parece que esta obra pudiera ser un cuadro de altar, tratándose
de un encargo privado.

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