C) Pintura. La pintura tuvo
especial importancia en el desarrollo del arte románico por varias razones: 1) revela
el dominio de los artistas en diferentes técnicas (mural, temple sobre tabla y
miniatura); 2) realza las formas arquitectónicas y contribuye a la
catequización de los fieles con los temas pintados sobre las amplias
superficies murales que quedaban libres en el interior de las iglesias y 3)
recupera la tradición romana unida a Las influencias prerrománicas y bizantinas
difundidas a través de la abadía benedictina de Montecassino (Italia) y de las
rutas de peregrinación.
Temas. Se disponen siguiendo una jerarquía. El ábside se reserva para el
pantocrátor y el tetramorfos; en un registro inferior, y organizados en bandas
o frisos paralelos, aparecen la Virgen y los apóstoles. En las paredes de la
iglesia se disponen los temas evangélicos o las alegorías sobre las virtudes y
los vicios. En los pies del templo se sitúa el Juicio Final. Esta organización
ideal, sin embargo, no se respeta en todas las ocasiones.
Técnicas. La mayor parte de la decoración mural del arte románico está
marcada por la pintura al fresco o al temple. Para la ejecución de estas
pinturas se requiere una serie de operaciones: 1) el enfoscado, o preparación
del muro mediante varias capas de argamasa; 2) el enlucido, o cobertura del
muro con una capa de yeso para conseguir una superficie blanca y lisa; y 3) el
estarcido, o transposición de las líneas del dibujo a la pared (este dibujo
previo se realiza en un pergamino) y aplicación de los colores utilizando c o m
o aglutinante sustancias naturales tales c o m o el huevo y la cola.
Cuando los artistas utilizan como soporte la tabla, las piezas más frecuentes
son los frontales de altar que adoptan dos disposiciones diferentes: 1) el
antepedium, para colocar delante del ara y 2) el retablo, que se disponía sobre
la mesa de altar.
Las técnicas utilizadas son el temple y el pastillaje. Esta última consiste
en aplicar el yeso preparatorio de la superficie pictórica formando un relieve
antes de pintar o dorar.
Finalmente, la miniatura o ilustración del libro, de herencia prerrománica,
cuenta con numerosos ejemplos: los rollos de pergamino de las iglesias del Sur
de Italia, las Biblias españolas —como la de San Pedro de Roda— y los códices
con textos de carácter histórico o jurídico —como el Libro de los Testamentos
de la Catedral de Oviedo.
Estética. Los rasgos formales de la pintura románica siguen los pasos de la
escultura: 1) adaptación al marco arquitectónico; 2) empleo de perspectivas
heredadas de la representación de los mosaicos bizantinos: jerárquica, abatida
e inversa; 3) hieratismo; 4) falta de individualización en el tratamiento de
los rostros y el empleo de ciertos convencionalismos: frontalidad e isocefalia.
A estas características se añaden otras m á s propiamente pictóricas como
son: 1) el dibujo preciso y los contornos destacados —en la mayoría de los
casos por una línea negra—, 2) los colores planos, sin contrastes ni
matizaciones y 3) la ausencia de alusiones naturalistas en los fondos.
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