a) Arquitectura. La arquitectura
es la expresión más completa del arte románico. Las artes figurativas quedan subordinadas
a los espacios reservados para ellas en los edificios y contribuyen, con su
integración, a crear el ambiente de meditación y oración que existe en las
iglesias de este estilo.
Los rasgos característicos de la arquitectura:
El muro de piedra labrada en sillares que recubren estructuras internas de
mampostería, que permiten tanto un trabajo constructivo más sencillo como un
abaratamiento de los costes de la edificación. En algunos casos se utiliza el
mármol coloreado (catedrales italianas) o el ladrillo, material que, en el caso
español dará pie al desarrollo del arte mudéjar.
Los soportes suelen ser pilares con columnas adosadas o pilar compuesto que
nace por la necesidad de sostener cuatro arcos, dos fajones y dos formeros. En
los edificios más sencillos se emplea solo la columna y en algunos ejemplos
tempranos, como la Catedral de Jaca, alternan estas con los pilares.
Los arcos de medio punto semicirculares que suelen presentarse doblados, es
decir, uno mayor cobijando a otro de menor tamaño que le sirve de refuerzo. En
las ventanas y puertas, el grosor de los muros determina la creación de arcos
concéntricos con molduras que se denominan arquivoltas. En la última fase del
estilo, debido a la irrupción de las formas góticas, los arcos de medio punto
irán transformando su silueta en la de apuntados de amplio vano.
La cubierta más característica es la bóveda de cañón, de sección
semicircular, dividida por arcos fajones apoyados sobre los pilares compuestos que
exteriormente coinciden con los contrafuertes.
Con el paso del tiempo, y debido al excesivo peso de las estructuras, la
bóveda de cañón se reservará para la nave central mientras que las laterales se
cubrirán con arista. También se emplean las cúpulas, bien sobre trompas o bien sobre
pechinas, en los cimborrios de los cruceros y las bóvedas de cuarto de esfera
para los ábsides que, en número variable componen las capillas que se disponen
en las cabeceras y se acogen bajo la advocación de santos diferentes.
Las plantas no siguen una disposición única, sino que se van a adaptar a
las necesidades para las que se levanta el edificio. Se desarrollan, sin embargo,
dos tipologías fundamentales: la basilical de tres naves, con crucero señalado
por la mayor anchura del tramo y cabecera con capillas semicirculares o
ábsides. El otro diseño se corresponde con las llamadas iglesias de
peregrinación.
El alzado interior presenta una nave central m á s elevada que las
laterales, con el fin de que puedan abrirse ventanas por encima de estas
últimas. Es frecuente también que en las iglesias de peregrinación se sitúe por
encima de las naves laterales una tribuna, galería de la misma anchura que la
nave baja y que se comunica con la nave central mediante una serie de ventanas
que constituyen el triforio.
Los exteriores presentan un ordenamiento claro y en altura de las
diferentes partes que componen un edificio: la nave central es m á s elevada
que las laterales, la torre o cimborrio en el crucero aumenta la altura de la
nave central, contribuye a iluminar el espacio interior y resalta los volúmenes
yuxtapuestos en el exterior. Por su parte, los contrafuertes refuerzan el muro
en aquellos lugares en donde apoyan los arcos fajones de la bóveda y sirven
también como un elemento plástico y de juego de volúmenes y de masa-vano en las
paredes exteriores. Finalmente, las portadas organizadas a base de arquivoltas
constituyen el soporte para la transmisión del mensaje iconográfico reservando
los Laterales o jambas y el tímpano para la decoración figurativa.
Principales tipos de edificios
El arte románico es fundamentalmente religioso, no obstante, las formas de
vida y las costumbres de la Alta Edad Media van a hacer posible la aparición de
edificaciones y edificios civiles que van a utilizar el mismo lenguaje constructivo
empleado en las iglesias y los monasterios.
Dado que la Iglesia y la nobleza eran los grupos privilegiados y los únicos
capaces de promover el desarrollo del arte, los edificios más característicos
del románico van a ser los castillos para la vida y defensa de los señores y
las construcciones religiosas, monasterios e iglesias vinculados al desarrollo
de las órdenes monásticas y de las rutas de peregrinación.
Los castillos. Responden a la inestabilidad social generada por las
invasiones y son el símbolo visible de las relaciones de dependencia personal
que caracterizan al feudalismo. Su forma estará condicionada por la evolución
de las armas de guerra y dispondrá de un recinto militar, de un espacio
destinado a servir de residencia a sus señores y de una iglesia o capilla. Se
construyen en lugares estratégicos, con importante presencia de la torre del
homenaje y de la muralla en la que se abren orificios cuadrados o circulares
destinados a la defensa del lugar y de sus moradores.
Los monasterios. Se presentan como una ciudad cerrada, accesible solo para
una comunidad religiosa. La vida de los moradores gira en torno a la iglesia y al
claustro. A la izquierda de este se sitúan las áreas de hospedería, de los novicios
y de enfermería. A la derecha, el área de fraternidad que engloba cocina, bodega,
refectorio (lugar de la comida) sala capitular (lugar de reunión para la
oración) y, encima de ella, se dispone el dormitorio de los monjes comunicado con
la iglesia. La importancia de la regla benedictina, desarrollada por los monjes
de Cluny hará posible la existencia de talleres y de un huerto destinados ambos
a abastecer las necesidades básicas de la comunidad.
Las iglesias. Realizaríamos una lectura muy simple de las iglesias
románicas si nos limitáramos a considerarlas como una mera disposición de
elementos arquitectónicos en un espacio determinado. Estas construcciones son
también susceptibles de una lectura simbólica: la orientación hacia el Este,
lugar por el que sale el sol, se identifica con la presencia de Dios en la
tierra; las portadas en el lado occidental, con las imágenes del Juicio Final,
preparan a los fieles para acceder a un espacio purificador, en semi-penumbra
que invita al recogimiento y a la meditación.
Además, en gran número de iglesias, la pintura de los ábsides recuerda al
creyente la venida de Dios como soberano de los hombres que va a premiar o
castigar las acciones que ellos han realizado a lo largo de su vida.
No hay comentarios:
Publicar un comentario