A) Arquitectura. El arte gótico
es la expresión de la sociedad urbana y primordialmente, de la burguesía. Pero
su nacimiento va unido a la renovación de un monasterio y a una polémica entre dos
abades que manifestaban dos opiniones opuestas acerca de [o que debería
reflejar una construcción dedicada a Dios. En el año 1140, el consejero del rey
de Francia, Suger, abad de Saint Denis, y el superior de la Orden del Císter,
Bernardo de Claraval, elaboraron dos concepciones arquitectónicas que van a dar
origen a dos estilos diferentes:
El abad Suger defiende la idea de que una edificación religiosa debe
reflejar la belleza de Dios y permitir al fiel acercarse a Él mediante la
contemplación de su grandeza. De esta manera, la luz se va a identificar con la
presencia de Dios y se va a convertir en lo que será el elemento estético
principal de las nuevas catedrales góticas, presentes en las recién creadas ciudades.
San Bernardo, por su parte, hacía hincapié en la construcción sencilla que
estuviera en consonancia con el espíritu de los más pobres a quienes debería
acoger. Para defender sus ideas no duda en atacar la ostentación de los
monasterios cluniacienses y de las construcciones góticas.
Surgió de este modo una forma de construir caracterizada por la austeridad
ornamental y la búsqueda de soluciones espaciales que permitieran abaratar los
costos en la edificación.
La disposición en planta de los monasterios cistercienses se compone de una
iglesia con un claustro adosado, en torno al cual se distribuyen las
dependencias conventuales, destinando las partes altas para dormitorios y las
bajas para locutorio, noviciado, refectorio y sala capitular. Las bodegas,
almacenes y cocinas aparecen como dependencias anejas, con frecuencia agrupadas
en claustros o patios secundarios.
Queda así patente su funcionalidad, los espacios amplios para la oración o
la vida en común y el gran número de dependencias que convertían a estas
edificaciones en centros de producción autosuficientes hasta tal punto, que
eran los propios monjes los encargados de levantar sus monasterios en zonas
boscosas o en tierras de cultivo.
Estructuralmente, el estilo cisterciense une en su lenguaje arquitectónico,
elementos tanto del románico —muros gruesos, contrafuertes, ábsides
semicirculares— como del gótico —arco apuntado y bóveda de ojivas—, pero
rechazando las vidrieras y los elementos plásticos que enriquecieran la
contemplación del edificio.
El primer monasterio que materializó los ideales de la Reforma bernardina
fue el de Fontenay terminado en 1134.
El término gótico fue acuñado por el historiador italiano Giorgio Vasari
(1511-1574) para designar el arte de los pueblos godos o bárbaros que, en su
opinión hablan destruido en gran parte la cultura romana. Con el desarrollo del
Romanticismo, en las primeras décadas del siglo XIX, el gótico pierde sus
connotaciones peyorativas para ser considerado como un estilo universalmente aceptado
y que representa las peculiaridades propias de cada país. De ahí que los
estilos historicistas construyan en estilo gótico edificios tales como el
Parlamento de Londres, los historiadores de la arquitectura como el francés
Viollet-le Duc acometieran la restauración de las catedrales de Reims y París con
gran entusiasmo, y los autores del modernismo volvieran al estilo de las
grandes catedrales para escoger su vocabulario constructivo como es el caso de
La Sagrada Familia de Antoni Gaudí.
En la actualidad denominamos gótico
al estilo desarrollado en Europa desde la segunda mitad del siglo xii hasta
finales del siglo XV, si bien existen en esta periodización algunas
diferencias según los países. Así, por ejemplo, en el caso español, la catedral
de Burgos se estaba construyendo mientras Miguel Ángel Buonarotti decoraba la
bóveda de la Capilla Sixtina.
El estilo gótico nace en la Isla de Francia y desde allí se difunde por
toda Europa, impulsado por el abad Suger quien decidió la restauración de la
Abadía de Saint Denis, sentando con ello las bases teóricas de la nueva
arquitectura. Gracias a las nuevas estructuras creadas y a los nuevos
conocimientos, se erigen las catedrales que se van a convertir en el símbolo de
las ciudades, en el vínculo que une espiritualmente a los ciudadanos que las han
hecho posibles.
Elementos constructivos
Como ya hemos visto, y frente a la austeridad de los monasterios
cistercienses, las catedrales de las ciudades se van a convertir en expresión
del poder urbano y en la imagen del cielo en la tierra. Para afirmar sus
diferencias frente a los monjes de San Bernardo, los arquitectos góticos van a
intentar presentar a los fieles un espacio religioso caracterizado por la
presencia constante de Dios, presencia que se materializa a través del empleo
de la luz tamizada por las vidrieras.
Para crear este espacio luminoso y transparente y acercar al hombre a Dios,
se requería romper con la sensación de horizontalidad y robustez que había
caracterizado al románico. Los nuevos elementos constructivos: el arco
apuntado, la bóveda de crucería y el arbotante permitían sustituir el muro por
grandes vitrales coloreados que evocaban la riqueza de los relicarios y de las
piedras preciosas y que al mismo tiempo permitían la iluminación del espacio interior.
Plantas. La forma más extendida es la basilical, de grandes dimensiones. Se
trata de una planta salón con tres o cinco naves, que a veces adopta forma de
cruz latina, tendiendo progresivamente a la desaparición del transepto.
Las naves laterales se prolongarán por detrás del presbiterio para
constituir una giróla que llegó a duplicarse en algunas de las grandes
catedrales —como es el caso de Reims—, formándose así un espacio unificado
desde los pies del edificio hasta la cabecera.
Alzado. Para conseguir que el muro pleno del románico fuera sustituido por
el vano, era necesario realizar algunas modificaciones constructivas. La
principal era eliminar o contrarrestar el peso de la cubierta de una manera diferente
a como se había hecho hasta entonces. Tres son los elementos que van a hacer
posible este cambio: el arco apuntado, la bóveda de crucería y el arbotante.
Arco apuntado. Está formado por dos segmentos de círculo que se cortan, lo
cual permite una mayor esbeltez que la conferida por el arco de medio punto característico
del románico. También los arcos van a variar sus siluetas frente a la
uniformidad del periodo anterior: de silueta triangular en las naves, más
agudos en las girólas, rebajados en los coros y conopiales en las épocas más tardías.
- Bóveda de crucería. Está formada por el cruce diagonal de dos arcos
apuntados, llamados nervios sobre los cuales descansa la plementería o el casco
de la bóveda. Al concentrarse los empujes de la bóveda en los ángulos, es
factible abrir ventanales más amplios. A lo largo del estilo, aunque la
disposición estructural de la cubierta será la misma, veremos cambiar su
apariencia externa con variados diseños: 1) barlonga, la más clásica, con dos
nervios que se cruzan en el centro; 2) sexpartita con otro nervio crucero; 3)
la de terceletes, con nervios rectos y las estrelladas que mezclan nervios
rectos y curvos, en complicadas tracerías a medida que nos acercamos al siglo
XV.
Arbotante. Aunque hemos visto que la bóveda de crucería permitía abrir
grandes ventanales en los templos de tres o más naves, se plantea el problema
acerca de la manera de trasladar estos empujes al exterior al no poder adosarse
contrafuertes. Por eso, el sistema de contrarresto fue remodelado, creándose
los arbotantes que permiten enlazar los ángulos de la bóveda con los
contrafuertes exteriores y que se afirman con el peso de los pináculos o
remates puntiagudos al mismo tiempo que facilitan la expulsión del agua de
lluvia mediante unos canales que se sitúan en el trasdós de estos arbotantes y desembocan
en las gárgolas.
Los cambios en la cubierta implicaron una adaptación de los soportes
empleados y de la organización del muro. El soporte característico del románico
era el pilar compuesto que, a partir del siglo XIII será sustituido por el
pilar fasciculado o de baquetones, con columnillas adosadas que reciben y
prolongan los nervios de las bóvedas.
La estructura del muro también cambia. Si las iglesias de peregrinación
presentaban una tribuna sobre las naves laterales, en el gótico y con el fin de
eliminar peso, la tribuna es sustituida por el triforio que es una pequeña
galería ciega que recorre el edificio por encima de los arcos de separación de
las naves. Al suprimir la tribuna, la nave central crece en altura y el muro grueso
se convierte no en un elemento sustentante, sino en el llamado muro pantalla.
Las primeras catedrales del estilo contaron con la presencia de tribunas
—Laon en Francia—, pero a medida que avanzaba el estilo, el alzado de las
catedrales se divide en arcos de separación, triforio y galería de ventanales o
clerestorio. En los ejemplos de mayor altura, el alzado interno de las
catedrales se limitará a los arcos y al clerestorio lo que permitirá una mayor
ligereza en la construcción y una iluminación más difusa.
Exteriores. EL exterior del edificio permite apreciar su disposición
interna y su preocupación por la verticalidad. Este hecho se traduce en el
empleo de elementos puntiagudos como los pináculos y las agujas, que sirven
como remate a las torres, o los gabletes triangulares en las galerías
superiores de las fachadas.
Las fachadas evolucionan a lo largo del estilo comenzando por multiplicar
su número en consonancia con las naves que componen la catedral.
La puerta de los pies parte de la disposición entre dos torres que ya había
caracterizado a las iglesias de peregrinación, pero va modificando los
elementos que la componen: torres con agujas, cuerpo central con un gran
rosetón para iluminar las naves y una galería con imágenes de reyes que aludían
al apoyo real a las nuevas ciudades frente a la nobleza feudal.
Arquitectura civil.
Al mismo tiempo que se difunde la idea de identificar la catedral con la
imagen de la Jerusalén Celeste, las nuevas ciudades nacidas a partir del siglo XIII
necesitaban de otros edificios que afirmaran su poder como los ayuntamientos,
lonjas y palacios.
• Los ayuntamientos y sus plazas son los focos administrativos y jurídicos
de las ciudades y se convierten en vehículo de expresión frente a la nobleza
feudal. En las zonas de gran actividad comercial y con una amplia clase media,
estos edificios serán comparables en belleza y magnificencia a las catedrales.
Podemos citar los ejemplos italianos de Florencia o Siena y los flamencos de
Brujas o Bruselas.
Las lonjas son edificios característicos de ciudades portuarias con una
intensa actividad relacionada con las rutas del comercio internacional que se
van a convertir en una tipología muy desarrollada en la Península Ibérica en la
segunda mitad del siglo XV —las de Valencia, Barcelona o Palma de Mallorca son
los casos más destacables.
En lo referente a los lugares residenciales veremos cómo el castillo, sin
descuidar su estructura defensiva, va a dar paso al palacio en el cual
comenzarán a cobrar importancia los aposentos privados, ahora más cómodos y
suntuosos, concediendo cada vez mayor protagonismo a la decoración.
Periodización:
I) Protogótico (segunda mitad del siglo XII). Es una fase de pruebas y
ensayos que coexiste con los últimos ejemplos de arquitectura románica. Podemos
incluir en esta etapa los ejemplos cistercienses que buscan nuevas soluciones
constructivas para abaratar los costes de la edificación y conseguir espacios
religiosos austeros y desornamentados. Entre los rasgos característicos de la
etapa destacan: el empleo de arcos apuntados doblados, muy abiertos y de
bóvedas de ojivas, que permiten conservar todavía un muro grueso y con función
sustentante.
II) Gótico clásico (siglo XIII ) . Los rasgos característicos del estilo se
manifiestan con toda claridad en la construcción de la catedral de Chartres:
arcos apuntados equiláteros, bóvedas barlongas, cuyos nervios se enjarjan en la
plementería, empleo de arbotantes y búsqueda del ritmo y de las proporciones en
las sucesiones de arcos que separan las naves centrales y las laterales. La
iluminación del espacio interior se consigue principalmente a través de un gran
rosetón situado a los pies de la nave central. Los ejemplos más destacados son
las catedrales francesas de Chartres, Reims y Amiens.
c) Gótico manierista o gótico rayonante (siglo XIV). En este periodo van
aumentando los aspectos decorativos del estilo: los arcos se estilizan, las
bóvedas complican su diseño con nervios terceletes y combados y las tracerías
de los ventanales repiten esquemas de trifolios o cuadrifolios.
Esta etapa se corresponde más con la ornamentación de edificios
preexistentes que con nuevas construcciones y sobre todo con la plasmación de
la iluminación conseguida a través de los grandes vitrales
d) Gótico flamígero también llamado fase barroca del estilo (siglos XV y XVI).
Se caracteriza por la preferencia por las líneas curvas y sinuosas en el
trazado de los arcos, a modo de llamas —de ahí el origen del término—. El arco
más característico es el conopial, las bóvedas son estrelladas y la decoración
con motivos vegetales y temas heráldicos se prodiga por doquier. En suma, los
aspectos decorativos predominan sobre los puramente constructivos.