viernes, 15 de noviembre de 2019

III. C) Pintura Gótica


C) La pintura gótica desde sus inicios hasta la segunda mitad del siglo XV sufre una evolución vinculada tanto al empleo de diferentes materiales como a técnicas y estilos según las zonas y los autores. Desde el punto de vista de los temas y las fuentes de inspiración, sigue las mismas pautas que el arte de la escultura: los temas evangélicos y los ciclos de la infancia. Pasión y muerte de Cristo y de la Virgen se mantienen como una constante a lo largo del tiempo, si bien en el siglo XV, las figuras de donantes, los retratos y los fondos de paisaje van abriendo camino a una mayor preocupación por el hombre y la naturaleza que anticipa el Renacimiento.
Fases de la pintura gótica
Resultado de imagen de pintura gótica"
Podemos distinguir cuatro fases en la evolución de la pintura gótica:
A. Gótico lineal o franco-gótico (siglo XIII a mediados del siglo XIV)
Como ya hemos mencionado, la arquitectura gótica al abrir enormes ventanales en los interiores de las iglesias, reduce los espacios destinados a la pintura mural y limita la labor de los pintores a la decoración de vidrieras, miniaturas y madera para el ornato de los altares y de los pequeños retablos de las capillas. De ahí que las obras más características de este momento se reduzcan a estos capítulos. Francia sigue siendo la cabeza del estilo y este país determina las características de la etapa: predominio de las líneas del dibujo que delimitan superficies coloreadas con tonos intensos y planos, sencillez en el tratamiento de los temas y vinculación a programas iconográficos con una clara finalidad didáctica en consonancia con el pensamiento de la época.
En España las formas francesas del gótico lineal se unen a una influencia bizantina que llega a la Península tras la conquista de Constantinopla por los cruzados en el año 1204 y a la pervivencia del románico que reserva grandes superficies destinadas a la pintura mural. De ahí que podamos hablar de tres tipos de obras:
Pintura mural. El conjunto más destacable es la decoración de la Capilla de San Martín del Aceite en la Catedral Vieja de Salamanca. En ella, los temas se organizan como retablos o vidrieras con enmarcamientos arquitectónicos, de ángeles o escudos en cuyo interior se disponen escenas de la vida de la Virgen.
Pintura sobre tabla. La tabla se va a utilizar como soporte para la decoración de frontales de altar, principalmente en Cataluña. En ellos se advierte la evolución desde la estética del románico al estilo francés —Frontal de Avió, hoy en el Museo Nacional de Arte de Cataluña—; retablos —como el de San Cristóbal en el Museo del Prado—; techumbres —como la de la Catedral de Teruel— y la decoración de sepulcros —el de Mahamud de Esgueva en Burgos.
Miniatura. Las miniaturas de las Cantigas de Santa María, compuestas bajo las órdenes del rey Alfonso X el Sabio, destacan por su sencilla descripción de la vida cotidiana con un carácter ingenuo y una gran belleza en los colores y en los trazados geométricos que enmarcan cada una de las páginas.
Estilo internacional (fines del siglo XIV-primera mitad del siglo XV)
Este estilo se crea al fundirse las influencias del gótico lineal y de los pintores del Trecento italiano gracias a la presencia de Simone Martini en la corte papal de Aviñón. Entre sus características más significativas citaremos: la estilización de las figuras con gran protagonismo de la línea curva, el interés por los ropajes complicados y con numerosos pliegues, la importancia concedida a los detalles anecdóticos, el acercamiento a los fondos naturalistas y el aumento del repertorio iconográfico, sobre todo en lo referente a los temas marianos.
El estilo internacional tiene una importante base cortesana —el círculo de los duques de Borgoña— y sus artistas principales se relacionan con las miniaturas y el trabajo primoroso que constituirá el precedente más claro de la pintura flamenca de la segunda mitad de este siglo. La obra más conocida es la ilustración del libro de Las muy ricas horas del duque de Berry realizada por los hermanos Limburgo.
La segunda generación de pintores
Entre los artistas de este segundo grupo podemos destacar a Hans Memling (muerto en 1494); Gerard David (muerto en 1523) y Hugo van der Goes (1440-1482) y Hieronymus Bosch más conocido como El Bosco (hacia 1450-1516).
Hugo van der Goes fue profesor en el gremio de pintores de Gante y hacia 1475 se retiró como canónigo al convento de los agustinos de Bruselas, lugar en donde se le permitió continuar con su oficio, de ahí el profundo misticismo que impregna su pintura. Su obra capital es el Tríptico del Nacimiento o Tríptico Portinari realizado hacia 1474-1476 por encargo del comerciante fiorentino Tomasso Portinari, agente de los Médici en la ciudad de Brujas.
El Bosco fue un pintor admirado por Felipe II quien reunió una gran colección de sus obras en El Escorial que hoy podemos admirar en el Museo del Prado. Este artista residió en la villa flamenca de Hertongebosch, en cuya iglesia de San Juan existe una serie de gárgolas fantásticas que pudieron ser una fuente de inspiración para el universo imaginativo que compone su obra. Sus inquietantes imágenes representan el ocaso de la Edad Media y tras años de olvido fueron recuperadas por los visionarios del siglo XIX — como William Blake— y por los pintores surrealistas del siglo XX.
La más enigmática de sus obras es el Tríptico del jardín de las delicias (1503-1504). La hoja de la izquierda presenta el jardín del edén y en él a Dios Padre creando a Eva, la tabla central muestra a un enjambre de hombres y mujeres desnudos que retozan y se acarician en un paisaje lleno de objetos y pájaros extraños; la hoja de la derecha es una visión del infierno en la que se presentan los castigos que los pecadores habrán de recibir por la comisión de sus faltas. La obra ha sido objeto de interpretaciones diversas: la creación de la mujer parece conducir al nacimiento de la lujuria, uno de los siete pecados capitales, castigado con el fuego del infierno. Parece que esta obra pudiera ser un cuadro de altar, tratándose de un encargo privado.
Resultado de imagen de pintura gótica"Resultado de imagen de pintura gótica"

III. B) Escultura Gótica


B) Escultura gótica
Contenidos ideológicos
La escultura del periodo gótico está íntimamente unida a tres factores importantes:
Desarrollo del pensamiento escolástico y franciscano: que considera que todas las cosas creadas están en armonía con la esencia de Dios (Santo Tomás) y que todos los elementos que existen en el mundo, hombre y animales son hermanos (San Francisco de Asís). Para el arte de la imagen, estas dos premisas son fundamentales ya que todos los seres creados por Dios pueden ser objeto de una representación artística. Ello implica una nueva consideración de la naturaleza y del individuo.
La preocupación por la muerte. En una época inicial, los temas apocalípticos serán desplazados por una visión más cercana de Dios, pero durante los siglos XVI y XV, periodo de hambres y guerras, la muerte será el camino al cielo o a los horrores el infierno. De ahí también que la escultura funeraria alcance un extraordinario desarrollo.
La influencia de la clase burguesa frente a la decadencia de la clase caballeresca. Este nuevo grupo de gran poder económico, tratará de manifestar su presencia costeando capillas o retablos y haciendo posible un mayor acercamiento a la realidad. Llegarán incluso a representarse junto a su santo patrón como donantes, abriendo paso a la creación del género del retrato.
Materiales y evolución estética
Serán del gusto de los escultores del periodo la piedra de diferentes tipos, sobre todo para las portadas exteriores, la madera policromada para las imágenes exentas, retablos, sepulcros y sillerías de coro; mármol y alabastro para los conjuntos sepulcrales y, en ocasiones excepcionales para los retablos.
La evolución de la escultura en los primeros años del estilo gótico, está estrechamente unida a la herencia románica, es decir, a la sujeción al marco arquitectónico. El nacimiento de las catedrales supone la creación de un nuevo tipo de portada esculpida, de modo que las estatuas cobraron protagonismo y empezaron a ser consideradas algo más que una mera ornamentación aplicada a las fachadas. La piedra de toque de esta evolución será la creación de estatuas columnas. que aparecieron por primera vez en la fachada occidental de la abadía de Saint Denis, que, aunque conservaron su papel simbólico, tendieron a diferenciarse de los pilares de la portada asumiendo un nuevo protagonismo.
Durante la fase clásica, la escultura va a iniciar la independencia definitiva del marco arquitectónico.
En este proceso desempeña un papel excepcional la escultura funeraria, ya que, en mayor medida, los sepulcros fueron concibiéndose como monumentos individualizados.
El retrato cobra también una gran importancia y los rostros de las figuras yacentes fueron evolucionando hacia el naturalismo a mediados del siglo XIV. Los escultores del periodo aprendieron que las estatuas podían ser no solamente símbolos o evocaciones de una verdad moral sino también representaciones de seres vivos concretos.
Temas y fuentes iconográficas
A diferencia del arte románico, en el cual no existía una distribución específica de los temas representados, en el gótico si existen figuras que se representan para localizarse en un lugar determinado. Las fachadas occidentales quedan reservadas para la historia de Cristo, la norte para la Virgen y los santos y la meridional para el Juicio Final. Esta distribución se mantuvo prácticamente en todas las catedrales, gracias en buena medida a la difusión del culto mariano extendido por los discípulos de San Bernardo.
Observamos como los temas derivados de los bestiarios van desapareciendo progresivamente, cediendo paso a otros tomados del mundo pagano tales como los meses, los signos del Zodiaco y las representaciones de las virtudes y los vicios.
Las fuentes iconográficas son ahora los Evangelios, más concretamente el Nuevo Testamento, algunos textos apócrifos que sirven de inspiración sobre todo para los temas relacionados con el nacimiento de Cristo y la epifanía. A ellos se añaden las hagiografías o vidas de Santos, sobre todo La leyenda dorada de Jacobo da Vorágine, relatos o leyendas de viajeros —como los del monje Ruyisbroeck o el Libro de las maravillas de Marco Polo que aportarán elementos procedentes de culturas exóticas— y fuentes literarias —como el Libro de Apolonio en el caso español.
Entre los mas más frecuentes podemos citar:
La vida de Cristo: ya no se presenta la imagen del Dios terrible del Apocalipsis sino la imagen de Cristo Hombre que nace —ciclos de la infancia—, que sufre Pasión y Muerte —la crucifixión— y resucita para salvar al hombre de sus pecados.
Resultado de imagen de escultura gótica"
La Virgen como intermediaria entre Dios y los hombres: se relaciona con su Hijo con notables muestras de afecto, alejándose de la Virgen Majestad que había caracterizado al arte románico. Pero también María sufre la Pasión de Cristo como una mujer anciana transida de dolor —es el origen del tema de la piedad, característico del siglo xv y que alcanzará gran difusión en la imaginería barroca.
Los santos como emisarios de Dios para ayudar al hombre, representados con los atributos que les caracterizan —el libro si es un apóstol, la palma y el atributo de su martirio y el nimbo en torno a su cabeza—. En los momentos finales de la Baja Edad Media se impone la costumbre de rendir culto a los santos patrones o protectores que aumentan sus advocaciones en portadas, retablos o esculturas exentas.
La muerte a través de la estatuaria funeraria que perpetúa la memoria del difunto en ella representado e impulsa a una meditación sobre el sentido de la vida y de los placeres. El hombre y la naturaleza como imagen simbólica de lo sagrado y por tanto deseable, como el primitivo paraíso o como imagen del infierno que a finales del siglo xv reproducirá la pintura de El Bosco.
La explosión creativa del siglo XIV
A lo largo del siglo xiv, la escultura gótica evoluciona progresivamente hacia un estilo de figuras más sinuosas, con un mayor gusto por los temas anecdóticos y por un creciente sentimentalismo. Las influencias más notables proceden de Italia y de los focos germánicos vinculados a la elegancia del estilo internacional.
Resultado de imagen de escultura gótica"

III. A) Arquitectura Gótica


A) Arquitectura. El arte gótico es la expresión de la sociedad urbana y primordialmente, de la burguesía. Pero su nacimiento va unido a la renovación de un monasterio y a una polémica entre dos abades que manifestaban dos opiniones opuestas acerca de [o que debería reflejar una construcción dedicada a Dios. En el año 1140, el consejero del rey de Francia, Suger, abad de Saint Denis, y el superior de la Orden del Císter, Bernardo de Claraval, elaboraron dos concepciones arquitectónicas que van a dar origen a dos estilos diferentes:
El abad Suger defiende la idea de que una edificación religiosa debe reflejar la belleza de Dios y permitir al fiel acercarse a Él mediante la contemplación de su grandeza. De esta manera, la luz se va a identificar con la presencia de Dios y se va a convertir en lo que será el elemento estético principal de las nuevas catedrales góticas, presentes en las recién creadas ciudades.
San Bernardo, por su parte, hacía hincapié en la construcción sencilla que estuviera en consonancia con el espíritu de los más pobres a quienes debería acoger. Para defender sus ideas no duda en atacar la ostentación de los monasterios cluniacienses y de las construcciones góticas.
Surgió de este modo una forma de construir caracterizada por la austeridad ornamental y la búsqueda de soluciones espaciales que permitieran abaratar los costos en la edificación.
 Resultado de imagen de arquitectura gótica"
La disposición en planta de los monasterios cistercienses se compone de una iglesia con un claustro adosado, en torno al cual se distribuyen las dependencias conventuales, destinando las partes altas para dormitorios y las bajas para locutorio, noviciado, refectorio y sala capitular. Las bodegas, almacenes y cocinas aparecen como dependencias anejas, con frecuencia agrupadas en claustros o patios secundarios.
Queda así patente su funcionalidad, los espacios amplios para la oración o la vida en común y el gran número de dependencias que convertían a estas edificaciones en centros de producción autosuficientes hasta tal punto, que eran los propios monjes los encargados de levantar sus monasterios en zonas boscosas o en tierras de cultivo.
Estructuralmente, el estilo cisterciense une en su lenguaje arquitectónico, elementos tanto del románico —muros gruesos, contrafuertes, ábsides semicirculares— como del gótico —arco apuntado y bóveda de ojivas—, pero rechazando las vidrieras y los elementos plásticos que enriquecieran la contemplación del edificio.
El primer monasterio que materializó los ideales de la Reforma bernardina fue el de Fontenay terminado en 1134.
El término gótico fue acuñado por el historiador italiano Giorgio Vasari (1511-1574) para designar el arte de los pueblos godos o bárbaros que, en su opinión hablan destruido en gran parte la cultura romana. Con el desarrollo del Romanticismo, en las primeras décadas del siglo XIX, el gótico pierde sus connotaciones peyorativas para ser considerado como un estilo universalmente aceptado y que representa las peculiaridades propias de cada país. De ahí que los estilos historicistas construyan en estilo gótico edificios tales como el Parlamento de Londres, los historiadores de la arquitectura como el francés Viollet-le Duc acometieran la restauración de las catedrales de Reims y París con gran entusiasmo, y los autores del modernismo volvieran al estilo de las grandes catedrales para escoger su vocabulario constructivo como es el caso de La Sagrada Familia de Antoni Gaudí.
En la actualidad denominamos gótico al estilo desarrollado en Europa desde la segunda mitad del siglo xii hasta finales del siglo XV, si bien existen en esta periodización algunas diferencias según los países. Así, por ejemplo, en el caso español, la catedral de Burgos se estaba construyendo mientras Miguel Ángel Buonarotti decoraba la bóveda de la Capilla Sixtina.
El estilo gótico nace en la Isla de Francia y desde allí se difunde por toda Europa, impulsado por el abad Suger quien decidió la restauración de la Abadía de Saint Denis, sentando con ello las bases teóricas de la nueva arquitectura. Gracias a las nuevas estructuras creadas y a los nuevos conocimientos, se erigen las catedrales que se van a convertir en el símbolo de las ciudades, en el vínculo que une espiritualmente a los ciudadanos que las han hecho posibles.

Elementos constructivos
Como ya hemos visto, y frente a la austeridad de los monasterios cistercienses, las catedrales de las ciudades se van a convertir en expresión del poder urbano y en la imagen del cielo en la tierra. Para afirmar sus diferencias frente a los monjes de San Bernardo, los arquitectos góticos van a intentar presentar a los fieles un espacio religioso caracterizado por la presencia constante de Dios, presencia que se materializa a través del empleo de la luz tamizada por las vidrieras.
Para crear este espacio luminoso y transparente y acercar al hombre a Dios, se requería romper con la sensación de horizontalidad y robustez que había caracterizado al románico. Los nuevos elementos constructivos: el arco apuntado, la bóveda de crucería y el arbotante permitían sustituir el muro por grandes vitrales coloreados que evocaban la riqueza de los relicarios y de las piedras preciosas y que al mismo tiempo permitían la iluminación del espacio interior.

Plantas. La forma más extendida es la basilical, de grandes dimensiones. Se trata de una planta salón con tres o cinco naves, que a veces adopta forma de cruz latina, tendiendo progresivamente a la desaparición del transepto.
Las naves laterales se prolongarán por detrás del presbiterio para constituir una giróla que llegó a duplicarse en algunas de las grandes catedrales —como es el caso de Reims—, formándose así un espacio unificado desde los pies del edificio hasta la cabecera.
Alzado. Para conseguir que el muro pleno del románico fuera sustituido por el vano, era necesario realizar algunas modificaciones constructivas. La principal era eliminar o contrarrestar el peso de la cubierta de una manera diferente a como se había hecho hasta entonces. Tres son los elementos que van a hacer posible este cambio: el arco apuntado, la bóveda de crucería y el arbotante.
Arco apuntado. Está formado por dos segmentos de círculo que se cortan, lo cual permite una mayor esbeltez que la conferida por el arco de medio punto característico del románico. También los arcos van a variar sus siluetas frente a la uniformidad del periodo anterior: de silueta triangular en las naves, más agudos en las girólas, rebajados en los coros y conopiales en las épocas más tardías.
- Bóveda de crucería. Está formada por el cruce diagonal de dos arcos apuntados, llamados nervios sobre los cuales descansa la plementería o el casco de la bóveda. Al concentrarse los empujes de la bóveda en los ángulos, es factible abrir ventanales más amplios. A lo largo del estilo, aunque la disposición estructural de la cubierta será la misma, veremos cambiar su apariencia externa con variados diseños: 1) barlonga, la más clásica, con dos nervios que se cruzan en el centro; 2) sexpartita con otro nervio crucero; 3) la de terceletes, con nervios rectos y las estrelladas que mezclan nervios rectos y curvos, en complicadas tracerías a medida que nos acercamos al siglo XV.
Arbotante. Aunque hemos visto que la bóveda de crucería permitía abrir grandes ventanales en los templos de tres o más naves, se plantea el problema acerca de la manera de trasladar estos empujes al exterior al no poder adosarse contrafuertes. Por eso, el sistema de contrarresto fue remodelado, creándose los arbotantes que permiten enlazar los ángulos de la bóveda con los contrafuertes exteriores y que se afirman con el peso de los pináculos o remates puntiagudos al mismo tiempo que facilitan la expulsión del agua de lluvia mediante unos canales que se sitúan en el trasdós de estos arbotantes y desembocan en las gárgolas.
Los cambios en la cubierta implicaron una adaptación de los soportes empleados y de la organización del muro. El soporte característico del románico era el pilar compuesto que, a partir del siglo XIII será sustituido por el pilar fasciculado o de baquetones, con columnillas adosadas que reciben y prolongan los nervios de las bóvedas.
La estructura del muro también cambia. Si las iglesias de peregrinación presentaban una tribuna sobre las naves laterales, en el gótico y con el fin de eliminar peso, la tribuna es sustituida por el triforio que es una pequeña galería ciega que recorre el edificio por encima de los arcos de separación de las naves. Al suprimir la tribuna, la nave central crece en altura y el muro grueso se convierte no en un elemento sustentante, sino en el llamado muro pantalla.
Las primeras catedrales del estilo contaron con la presencia de tribunas —Laon en Francia—, pero a medida que avanzaba el estilo, el alzado de las catedrales se divide en arcos de separación, triforio y galería de ventanales o clerestorio. En los ejemplos de mayor altura, el alzado interno de las catedrales se limitará a los arcos y al clerestorio lo que permitirá una mayor ligereza en la construcción y una iluminación más difusa.
Exteriores. EL exterior del edificio permite apreciar su disposición interna y su preocupación por la verticalidad. Este hecho se traduce en el empleo de elementos puntiagudos como los pináculos y las agujas, que sirven como remate a las torres, o los gabletes triangulares en las galerías superiores de las fachadas.
Las fachadas evolucionan a lo largo del estilo comenzando por multiplicar su número en consonancia con las naves que componen la catedral.
La puerta de los pies parte de la disposición entre dos torres que ya había caracterizado a las iglesias de peregrinación, pero va modificando los elementos que la componen: torres con agujas, cuerpo central con un gran rosetón para iluminar las naves y una galería con imágenes de reyes que aludían al apoyo real a las nuevas ciudades frente a la nobleza feudal.
Arquitectura civil.
Al mismo tiempo que se difunde la idea de identificar la catedral con la imagen de la Jerusalén Celeste, las nuevas ciudades nacidas a partir del siglo XIII necesitaban de otros edificios que afirmaran su poder como los ayuntamientos, lonjas y palacios.
• Los ayuntamientos y sus plazas son los focos administrativos y jurídicos de las ciudades y se convierten en vehículo de expresión frente a la nobleza feudal. En las zonas de gran actividad comercial y con una amplia clase media, estos edificios serán comparables en belleza y magnificencia a las catedrales. Podemos citar los ejemplos italianos de Florencia o Siena y los flamencos de Brujas o Bruselas.
Las lonjas son edificios característicos de ciudades portuarias con una intensa actividad relacionada con las rutas del comercio internacional que se van a convertir en una tipología muy desarrollada en la Península Ibérica en la segunda mitad del siglo XV —las de Valencia, Barcelona o Palma de Mallorca son los casos más destacables.
En lo referente a los lugares residenciales veremos cómo el castillo, sin descuidar su estructura defensiva, va a dar paso al palacio en el cual comenzarán a cobrar importancia los aposentos privados, ahora más cómodos y suntuosos, concediendo cada vez mayor protagonismo a la decoración.
Periodización:
I) Protogótico (segunda mitad del siglo XII). Es una fase de pruebas y ensayos que coexiste con los últimos ejemplos de arquitectura románica. Podemos incluir en esta etapa los ejemplos cistercienses que buscan nuevas soluciones constructivas para abaratar los costes de la edificación y conseguir espacios religiosos austeros y desornamentados. Entre los rasgos característicos de la etapa destacan: el empleo de arcos apuntados doblados, muy abiertos y de bóvedas de ojivas, que permiten conservar todavía un muro grueso y con función sustentante.
II) Gótico clásico (siglo XIII ) . Los rasgos característicos del estilo se manifiestan con toda claridad en la construcción de la catedral de Chartres: arcos apuntados equiláteros, bóvedas barlongas, cuyos nervios se enjarjan en la plementería, empleo de arbotantes y búsqueda del ritmo y de las proporciones en las sucesiones de arcos que separan las naves centrales y las laterales. La iluminación del espacio interior se consigue principalmente a través de un gran rosetón situado a los pies de la nave central. Los ejemplos más destacados son las catedrales francesas de Chartres, Reims y Amiens.
c) Gótico manierista o gótico rayonante (siglo XIV). En este periodo van aumentando los aspectos decorativos del estilo: los arcos se estilizan, las bóvedas complican su diseño con nervios terceletes y combados y las tracerías de los ventanales repiten esquemas de trifolios o cuadrifolios.
Esta etapa se corresponde más con la ornamentación de edificios preexistentes que con nuevas construcciones y sobre todo con la plasmación de la iluminación conseguida a través de los grandes vitrales
d) Gótico flamígero también llamado fase barroca del estilo (siglos XV y XVI). Se caracteriza por la preferencia por las líneas curvas y sinuosas en el trazado de los arcos, a modo de llamas —de ahí el origen del término—. El arco más característico es el conopial, las bóvedas son estrelladas y la decoración con motivos vegetales y temas heráldicos se prodiga por doquier. En suma, los aspectos decorativos predominan sobre los puramente constructivos.


Resultado de imagen de arquitectura gótica"

III) Arte Gótico


III) Arte gótico
Contexto histórico
La Baja Edad Media implicó el desarrollo de las ciudades, influenciada por la expansión de la clase burguesa radicada en ellas, de los artesanos y de los gremios, lo cual se va a moldear en la construcción de un edificio concreto: la catedral. La estructura arquitectónica elevada y luminosa tiende a la unión del hombre con Dios.
Europa estaba en el siglo XII evolucionando desde el sistema económico feudal hacia una prosperidad económica añorada desde los tiempos de la caída del Imperio romano. La cultura había subsistido en Los monasterios, los bárbaros se habían romanizado y cristianizado a un tiempo y los musulmanes aportaron un nuevo bagaje cultural y religioso a la herencia del mundo clásico.
Sistema político. En el tránsito del siglo XII al XIII, Europa ve el progresivo afianzamiento de las monarquías ante el poder de los señores feudales y este camino hacia el autoritarismo monárquico va a generar la aparición de diversas monarquías nacionales como los Capeto franceses que se consideraban descendientes de Carlomagno.
Elemento socioeconómico. El aumento demográfico incrementa el auge de las ciudades. Sus habitantes, antiguos siervos de los señores feudales son ahora libres y orgullosos de su independencia. En esta nueva sociedad urbana nace un grupo social que irá cobrando progresiva importancia: la burguesía que, junto a La nobleza y los grandes abades, se va a convertir en la promotora del nuevo arte.
Paralelamente el comercio experimenta un espectacular desarrollo: las rutas terrestres —La Ruta de la Seda o la del Volga— y marítimas hacia Los puertos del norte o hacia Oriente permitirán el intercambio de productos, el aumento del nivel de vida y la aparición de nuevas figuras como las del mercader o el cambista.
Pensamiento religioso. Durante el siglo XIII, en el seno de la Iglesia se van a desarrollar ciertos movimientos de protesta que se manifiestan tanto en la aparición de herejias —como los valdenses o los cátaros, duramente reprimidos por la Inquisición— como en La fundación de nuevas órdenes religiosas —franciscanos y dominicos. En ambos casos se reivindicaba la vuelta a las costumbres del cristianismo primitivo y a la pobreza voluntaria.
Los problemas aumentarán en los siglos XIV —con el traslado del papado a Aviñón entre 1309 y 1377 y el cisma de Occidente desarrollado entre 1378 y 1417— marcando el inicio de los conflictos entre el poder papal y el político, que se resolverán con la firma de acuerdos entre ambos poderes.
Ámbito cultural. Debemos destacar que los conocimientos y saberes, hasta ahora custodiados por Los monasterios se van a trasladar a las ciudades. En ellas se crearán universidades para dar respuesta al creciente número de estudiantes, procedentes de las clases acomodadas. El Trivium (gramática, retórica y dialéctica) y el Quadrivium (aritmética, geometría, música y astronomía) harán posible la renovación de los conocimientos impartidos.
A finales del siglo XV, tres hechos fundamentales van a señalar la aparición del Renacimiento: la invención de La imprenta, el descubrimiento de los ideales del mundo clásico a cargo de los humanistas italianos y los descubrimientos geográficos que van ampliar los límites del universo hasta entonces conocido.

Resultado de imagen de europa siglo XII"

II. C) Pintura Románica


C) Pintura. La pintura tuvo especial importancia en el desarrollo del arte románico por varias razones: 1) revela el dominio de los artistas en diferentes técnicas (mural, temple sobre tabla y miniatura); 2) realza las formas arquitectónicas y contribuye a la catequización de los fieles con los temas pintados sobre las amplias superficies murales que quedaban libres en el interior de las iglesias y 3) recupera la tradición romana unida a Las influencias prerrománicas y bizantinas difundidas a través de la abadía benedictina de Montecassino (Italia) y de las rutas de peregrinación.
Temas. Se disponen siguiendo una jerarquía. El ábside se reserva para el pantocrátor y el tetramorfos; en un registro inferior, y organizados en bandas o frisos paralelos, aparecen la Virgen y los apóstoles. En las paredes de la iglesia se disponen los temas evangélicos o las alegorías sobre las virtudes y los vicios. En los pies del templo se sitúa el Juicio Final. Esta organización ideal, sin embargo, no se respeta en todas las ocasiones.
Técnicas. La mayor parte de la decoración mural del arte románico está marcada por la pintura al fresco o al temple. Para la ejecución de estas pinturas se requiere una serie de operaciones: 1) el enfoscado, o preparación del muro mediante varias capas de argamasa; 2) el enlucido, o cobertura del muro con una capa de yeso para conseguir una superficie blanca y lisa; y 3) el estarcido, o transposición de las líneas del dibujo a la pared (este dibujo previo se realiza en un pergamino) y aplicación de los colores utilizando c o m o aglutinante sustancias naturales tales c o m o el huevo y la cola.
Cuando los artistas utilizan como soporte la tabla, las piezas más frecuentes son los frontales de altar que adoptan dos disposiciones diferentes: 1) el antepedium, para colocar delante del ara y 2) el retablo, que se disponía sobre la mesa de altar.
Las técnicas utilizadas son el temple y el pastillaje. Esta última consiste en aplicar el yeso preparatorio de la superficie pictórica formando un relieve antes de pintar o dorar.
Finalmente, la miniatura o ilustración del libro, de herencia prerrománica, cuenta con numerosos ejemplos: los rollos de pergamino de las iglesias del Sur de Italia, las Biblias españolas —como la de San Pedro de Roda— y los códices con textos de carácter histórico o jurídico —como el Libro de los Testamentos de la Catedral de Oviedo.
Resultado de imagen de pintura románica"
Estética. Los rasgos formales de la pintura románica siguen los pasos de la escultura: 1) adaptación al marco arquitectónico; 2) empleo de perspectivas heredadas de la representación de los mosaicos bizantinos: jerárquica, abatida e inversa; 3) hieratismo; 4) falta de individualización en el tratamiento de los rostros y el empleo de ciertos convencionalismos: frontalidad e isocefalia.
A estas características se añaden otras m á s propiamente pictóricas como son: 1) el dibujo preciso y los contornos destacados —en la mayoría de los casos por una línea negra—, 2) los colores planos, sin contrastes ni matizaciones y 3) la ausencia de alusiones naturalistas en los fondos.

Resultado de imagen de pintura románica"

II. B) Escultura Románica


B) Escultura. La escultura adquiere un importante valor en los siglos del arte románico. Su incorporación embellece el edificio mientras desempeña una función didáctica para ilustrar al creyente acerca de los nuevos contenidos dogmáticos e iconográficos del momento.
Técnica. De forma general los escultores románicos trabajan el relieve, al igual que sucedía en el periodo prerrománico. Estos artistas se inspiran en los modelos heredados del arte romano y en las artes aplicadas del prerrománico, pero las formas están supeditadas tanto al material empleado como al espacio arquitectónico al que van destinadas. Gracias al intercambio favorecido por las rutas de peregrinación, ciertas formas de trabajar la piedra se fueron imponiendo y la escultura románica comenzó a manifestar signos de recuperación de la técnica visibles en el mejor tratamiento de los rostros, disposición de las figuras o el realismo de los paños.
Ubicación arquitectónica. La decoración escultórica se concentra en los capiteles de las columnas, en las jambas y arquivoltas de las fachadas y en los tímpanos de las mismas, y esta colocación determina su forma y su adaptación al marco. También esta disposición permite la colocación de los mismos temas en los mismos espacios. De esta manera, en las fachadas occidentales de los templos podemos ver como el Juicio Final, el Pantocrátor o el peso de las almas ocupan los tímpanos; los apóstoles y profetas, las jambas; y el Cristo Majestad, el parteluz.
Con el paso del tiempo, a la decoración arquitectónica en relieve se añadirá la destinada a la decoración de los altares que se realizará en madera policromada y estará constituida por imágenes de Cristo o frontales de altar.
Iconografía. El escultor se inspira en fuentes diversas como los textos bíblicos (Antiguo y Nuevo Testamento, Apocalipsis), los Evangelios apócrifos (ampliamente difundidos por los monjes de Cluny), los bestiarios (de origen oriental en los que se describen diferentes animales que personifican Los vicios y las virtudes del hombre). Los temas más frecuentes son el Juicio Final representado como el Cristo pantocrátor rodeado por el tetraworfos (las imágenes de los evangelistas), los veinticuatro ancianos del Apocalipsis y las figuras de los justos y los condenados al fuego eterno.
También podemos encontrar el crismón o anagrama de Cristo, tema de origen paleocristiano, el Crucificado (con cuatro clavos, vestido y con los ojos abiertos, expresión de su triunfo sobre la muerte), solo o asociado al Calvario o el Descendimiento. La Virgen sigue la iconografía bizantina de la Kiriotissa o trono de Dios, con una gran frontalidad y una total ausencia de relación con el Hijo que lleva en brazos.
Otros temas son los ciclos de la infancia, pasión y muerte de Cristo, y algunas leyendas hagiográficas, especialmente aquellas que hacen referencia al martirio de los santos.
Función didáctica como vehículo de contenidos simbólicos. De ahí la proliferación de alegorías: el triunfo sobre la muerte en los ojos abiertos del Crucificado, la identificación de Dios con el pelícano que se pica la sangre del pecho para alimentar a sus hijos, la unión del crismón y del león para representar a Cristo, como el león fuerte de la tribu de Judá; las sirenas son las tentaciones y los monstruos los pecados y los vicios (y se muestran al creyente en los modillones o capiteles de algunas iglesias).
Todas estas imágenes sirven como vehículo de un mensaje relacionado con el triunfo de Cristo sobre el pecado y la muerte.
Estética. Dada la finalidad y el carácter de la representación, resulta lógica la despreocupación por la belleza formal, ya que lo que interesa no es la imagen en sí misma sino los contenidos expresivos y simbólicos que transmite. Por ello parece lógica La despreocupación formal heredada en buena medida de la iconografía bizantina. Esta consideración determina una percepción incorrecta del espacio y el empleo de ciertas perspectivas condicionadas tanto a los convencionalismos iconográficos —caso de la perspectiva jerárquica— como a la función docente que quieren ejercer —la perspectiva abatida que muestra al espectador lo que comúnmente el ojo no puede ver, volcando mesas en la última cena o lechos para contemplar la imagen del difunto.
A finales del siglo XI, las formas románicas evolucionan hacia un mayor naturalismo que las entronca con el estilo gótico que ya se había desarrollado en Francia. Las características que comparten son la siguientes: 1) mayor individualización de los rostros; 2) progresiva independencia del marco arquitectónico; 3) tratamiento detallado de los ropajes y 4) naturalismo tanto en las expresiones de los rostros como en las relaciones entre las figuras que forman parte de un mismo conjunto escultórico.
Resultado de imagen de escultura románica"

II. A) Arquitectura Románica


a) Arquitectura. La arquitectura es la expresión más completa del arte románico. Las artes figurativas quedan subordinadas a los espacios reservados para ellas en los edificios y contribuyen, con su integración, a crear el ambiente de meditación y oración que existe en las iglesias de este estilo.
Los rasgos característicos de la arquitectura:
El muro de piedra labrada en sillares que recubren estructuras internas de mampostería, que permiten tanto un trabajo constructivo más sencillo como un abaratamiento de los costes de la edificación. En algunos casos se utiliza el mármol coloreado (catedrales italianas) o el ladrillo, material que, en el caso español dará pie al desarrollo del arte mudéjar.
Los soportes suelen ser pilares con columnas adosadas o pilar compuesto que nace por la necesidad de sostener cuatro arcos, dos fajones y dos formeros. En los edificios más sencillos se emplea solo la columna y en algunos ejemplos tempranos, como la Catedral de Jaca, alternan estas con los pilares.
Los arcos de medio punto semicirculares que suelen presentarse doblados, es decir, uno mayor cobijando a otro de menor tamaño que le sirve de refuerzo. En las ventanas y puertas, el grosor de los muros determina la creación de arcos concéntricos con molduras que se denominan arquivoltas. En la última fase del estilo, debido a la irrupción de las formas góticas, los arcos de medio punto irán transformando su silueta en la de apuntados de amplio vano.
La cubierta más característica es la bóveda de cañón, de sección semicircular, dividida por arcos fajones apoyados sobre los pilares compuestos que exteriormente coinciden con los contrafuertes.
Con el paso del tiempo, y debido al excesivo peso de las estructuras, la bóveda de cañón se reservará para la nave central mientras que las laterales se cubrirán con arista. También se emplean las cúpulas, bien sobre trompas o bien sobre pechinas, en los cimborrios de los cruceros y las bóvedas de cuarto de esfera para los ábsides que, en número variable componen las capillas que se disponen en las cabeceras y se acogen bajo la advocación de santos diferentes.
Las plantas no siguen una disposición única, sino que se van a adaptar a las necesidades para las que se levanta el edificio. Se desarrollan, sin embargo, dos tipologías fundamentales: la basilical de tres naves, con crucero señalado por la mayor anchura del tramo y cabecera con capillas semicirculares o ábsides. El otro diseño se corresponde con las llamadas iglesias de peregrinación.
El alzado interior presenta una nave central m á s elevada que las laterales, con el fin de que puedan abrirse ventanas por encima de estas últimas. Es frecuente también que en las iglesias de peregrinación se sitúe por encima de las naves laterales una tribuna, galería de la misma anchura que la nave baja y que se comunica con la nave central mediante una serie de ventanas que constituyen el triforio.
Los exteriores presentan un ordenamiento claro y en altura de las diferentes partes que componen un edificio: la nave central es m á s elevada que las laterales, la torre o cimborrio en el crucero aumenta la altura de la nave central, contribuye a iluminar el espacio interior y resalta los volúmenes yuxtapuestos en el exterior. Por su parte, los contrafuertes refuerzan el muro en aquellos lugares en donde apoyan los arcos fajones de la bóveda y sirven también como un elemento plástico y de juego de volúmenes y de masa-vano en las paredes exteriores. Finalmente, las portadas organizadas a base de arquivoltas constituyen el soporte para la transmisión del mensaje iconográfico reservando los Laterales o jambas y el tímpano para la decoración figurativa.
Principales tipos de edificios
El arte románico es fundamentalmente religioso, no obstante, las formas de vida y las costumbres de la Alta Edad Media van a hacer posible la aparición de edificaciones y edificios civiles que van a utilizar el mismo lenguaje constructivo empleado en las iglesias y los monasterios.
Dado que la Iglesia y la nobleza eran los grupos privilegiados y los únicos capaces de promover el desarrollo del arte, los edificios más característicos del románico van a ser los castillos para la vida y defensa de los señores y las construcciones religiosas, monasterios e iglesias vinculados al desarrollo de las órdenes monásticas y de las rutas de peregrinación.
Los castillos. Responden a la inestabilidad social generada por las invasiones y son el símbolo visible de las relaciones de dependencia personal que caracterizan al feudalismo. Su forma estará condicionada por la evolución de las armas de guerra y dispondrá de un recinto militar, de un espacio destinado a servir de residencia a sus señores y de una iglesia o capilla. Se construyen en lugares estratégicos, con importante presencia de la torre del homenaje y de la muralla en la que se abren orificios cuadrados o circulares destinados a la defensa del lugar y de sus moradores.
Los monasterios. Se presentan como una ciudad cerrada, accesible solo para una comunidad religiosa. La vida de los moradores gira en torno a la iglesia y al claustro. A la izquierda de este se sitúan las áreas de hospedería, de los novicios y de enfermería. A la derecha, el área de fraternidad que engloba cocina, bodega, refectorio (lugar de la comida) sala capitular (lugar de reunión para la oración) y, encima de ella, se dispone el dormitorio de los monjes comunicado con la iglesia. La importancia de la regla benedictina, desarrollada por los monjes de Cluny hará posible la existencia de talleres y de un huerto destinados ambos a abastecer las necesidades básicas de la comunidad.
Las iglesias. Realizaríamos una lectura muy simple de las iglesias románicas si nos limitáramos a considerarlas como una mera disposición de elementos arquitectónicos en un espacio determinado. Estas construcciones son también susceptibles de una lectura simbólica: la orientación hacia el Este, lugar por el que sale el sol, se identifica con la presencia de Dios en la tierra; las portadas en el lado occidental, con las imágenes del Juicio Final, preparan a los fieles para acceder a un espacio purificador, en semi-penumbra que invita al recogimiento y a la meditación.
Además, en gran número de iglesias, la pintura de los ábsides recuerda al creyente la venida de Dios como soberano de los hombres que va a premiar o castigar las acciones que ellos han realizado a lo largo de su vida.
Resultado de imagen de arquitectura románica"